ANNE SEXTON

fragmentos, poemas y más

La hermosa sensación después de escribir un poema es, en general, mejor incluso que después de tener sexo, y eso es mucho decir."

«Cuidado con el intelecto, porque sabe tanto que no sabe nada y te deja colgada boca abajo, saboreando, mientras tu corazón se cae por tu boca.»Consejos para una persona especial (1.974)

Algunas mujeres se casan con su casa. Es otra piel distinta: tiene corazón, boca, hígado, va de cuerpo. Las paredes son de un rosado permanente. Miren cómo se pasa el día entero de rodillas, fregándose a sí misma con fidelidad. Los hombres entran por la fuerza, como Jonás en busca de refugio, en sus madres de carne. Una mujer es su madre. Eso es lo principal.

Estaba cansada de ser mujer, cansada de cucarachas y cacharros, cansada de mi boca y de mis pechos, cansada de cosméticos y de sedas. Aún había hombres que se sentaban en mi mesa, circulando alrededor de la fuente que yo ofrecía. La fuente estaba llena de uvas púrpuras y las moscas se cernían atraídas por el olor y hasta mi padre vino con su hueso blanco. Pero yo estaba harta del género de las cosas.

Yo estaba pensando en un hijo.
El útero no es un reloj
ni una campana que suena,
pero en el undécimo mes de su vida
siento el noviembre
del cuerpo tan bien como el del calendario.

 

Menstruación a los 40 (Vive o muere)

Imagen en blanco y negro de Anne Sexton sonriente y con vestido blanco
https://www.flickr.com/photos/antoniomarinsegovia/53059294917

Amarme sin zapatos
significa amar mis piernas largas y bronceadas,
queridas mías, buenas como cucharas;
y mis pies, estos dos chicos
que se escaparon a jugar desnudos. Intrincados nudos,
mis dedos. Libres ya de sujeción.
Y todavía más, miren las uñas y
cada una de las diez etapas, tubérculo a tubérculo.
Vehementes y alocados, todos ellos, este cerdito
fue al mercado y este otro se
quedó. Largas piernas bronceadas, y largos y bronceados dedos.
Más arriba, cariño, la mujer
confiesa sus secretos, pequeñas casas
y pequeñas lenguas que te lo cuentan todo.

 

DESCALZA (POEMAS DE AMOR)

 

 

7 POEMAS

Deseando morir

Ahora que lo preguntas, la mayor parte de los días no puedo recordar.
Camino vestida, sin marcas de ese viaje.
Luego la casi innombrable lascivia regresa.
Ni siquiera entonces tengo nada contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba que mencionas,
los muebles que has puesto al sol.
Pero los suicidas poseen un lenguaje especial.
Al igual que carpinteros, quieren saber con qué herramientas.
Nunca preguntan por qué construir.
En dos ocasiones me he expresado con tanta sencillez,
he poseído al enemigo, comido al enemigo,
he aceptado su destreza, su magia.
De este modo, grave y pensativa,
más tibia que el aceite o el agua,
he descansado, babeando por el agujero de mi boca.
No se me ocurrió exponer mi cuerpo a la aguja.
Hasta la córnea y la orina sobrante se perdieron.


Los suicidas ya han traicionado el cuerpo.
Nacidos sin vida, no siempre mueren,
pero deslumbrados, no pueden olvidar una droga tan dulce
que hasta los niños mirarían con una sonrisa.
¡Empujar toda esa vida bajo tu lengua!
que, por sí misma, se convierte en pasión.


La muerte es un hueso triste, lleno de golpes, dirías,
y a pesar de todo ella me espera, año tras año,
para reparar delicadamente una vieja herida,
para liberar mi aliento de su dañina prisión.


Balanceándose allí, a veces se encuentran los suicidas,
rabiosos ante el fruto, una luna inflada,
Dejando el pan que confundieron con un beso
Dejando la página del libro abierto descuidadamente
Algo sin decir, el teléfono descolgado
Y el amor, cualquiera que haya sido, una infección.

Cigarrillos, whisky y mujeres salvajes

Quizá nací de rodillas,
Nací tosiendo en el largo invierno,
Nací esperando el beso de la misericordia,
Nací con una pasión por la rapidez
Y aún así, al ir progresando las cosas,
Aprendí temprano sobre la estocada
O sacarla, el vapor del enema.
A los dos o tres aprendí a no arrodillarme,
A no esperar, a plantar mis fuegos bajo tierra
Donde a nadie más que las muñecas, perfectas y terribles,
Se puede susurrar y dejar morir.

Ahora que he escrito tantas palabras,
Y dejado tantos amores, para tantos,
Y he sido completamente lo que siempre fui –
Una mujer de excesos, de celos y codicia,
El esfuerzo me parece inútil.
¿Acaso no me miro al espejo,
Estos días,
Y veo una rata borracha voltear la vista?
¿Acaso no siento un hambre tan aguda
Que preferiría morir antes
Que mirarla a la cara?
Me arrodillo nuevamente,
En caso de que la misericordia llegue
En el último minuto.

Menstruación a los 40

Yo estaba pensando en un hijo.
El útero no es un reloj
ni una campana que suena,
pero en el undécimo mes de su vida
siento el noviembre
del cuerpo tan bien como el del calendario.
Dentro de dos días será mi cumpleaños
y como siempre la tierra ha terminado su cosecha.
Esta vez quiero cazar a la muerte,
la noche a la que me inclino,
la noche que quiero.
Pues bien -
habla de eso!
Estaba extendido en el útero.

Yo estaba pensando en un hijo...
Tú! El nunca adquirido,
nunca germinado ni desabrochado,
tú el de los genitales que temía,
el tallo y el aliento de cachorro.
Te daré mis ojos o los suyos?
Serás David o Susan?
(Esos dos nombres que elegí escuchando.)
Puedes ser el hombre que sin tus padres -
los músculos de las piernas de Miguel Ángel,
las manos de Yugoslavia,
el campesino eslavo y decidido,
el superviviente, repleto de vida? -
y podría ser todavía posible
todo esto con los ojos de Susan?

Todo esto sin ti -
dos días perdidos en sangre.
Yo misma moriré sin bautizar,
la tercera hija ignorada.
Mi muerte vendrá el día de mi santo.
Qué tiene de malo el día del santo?
Es sólo un ángel del sol.
Mujer,
tejiendo una red sobre ti,
un veneno fino y enmarañado.
Escorpión,
araña mala -
muere!

BALADA DE LA MASTURBADORA SOLa

El final de la aventura es siempre la muerte.

Ella es mi taller. Ojo resbaladizo,

fuera de la tribu de mí misma mi aliento

te encuentra ausente. Horrorizo 

a aquellos que están cerca. Estoy saciada.

De noche, sola, desposo la cama.

Dedo a dedo, ahora es mía. Ella no está  lejos. Ella es mi encuentro.

La sacudo como a una campana. Me reclino en la enramada donde tú solías montarla.

Me tomaste prestada sobre las sábanas floridas.
De noche, sola, desposo la cama.

Toma, por ejemplo, esta noche amor mío,
en la que todas las parejas juntan
con giros compartidos, debajo, arriba,
el abundante dos en esponja y pluma,
arrodillándose y empujando, cabeza con cabeza.
De noche, sola, desposo la cama.

Salgo de mi cuerpo de esta forma,
un milagro molesto. ¿Podría
exhibir el mercado de los sueños?

 

Estoy extendida. Me crucifico.
Mi pequeña ciruela fue lo que dijiste.
De noche, sola, desposo la cama.

Entonces vino mi rival del ojo morado.
La mujer de agua, alzándose en la playa,
un piano en la punta de sus dedos, vergüenza
en sus labios y un discurso de flauta.
Y yo era la escoba de las rodillas pegadas.
De noche, sola, desposo la cama.

Ella te agarró como una mujer agarra
un vestido de saldo de un estante
y yo me rompí igual que una piedra.
Te devuelvo tus libros, tu sedal.
El periódico de hoy dice que te has casado.
De noche, sola, desposo la cama.

Chicos y chicas son uno esta noche.
Se desabrochan blusas. Se bajan las braguetas.
Se quitan los zapatos. Apagan la luz.
Las trémulas criaturas están llenas de mentiras.
Se comen mutuamente, bien saciadas.
De noche, sola, desposo la cama.

 

(Versión de Ben Clark. Poemas de amor, ed. Linteo)

EL BESO

Mi boca florece como una herida.
He estado equivocada todo el año, tediosas
noches, nada sino ásperos codos en ellos
y delicadas cajas de Kleenex, llamando llora bebé
¡llora bebé, tonto!

Antes de ayer mi cuerpo estaba inútil.
Ahora está desgarrándose en sus rincones cuadrados.
Está desgarrando los vestidos de la Vieja Mary, nudo anudo
y mira, ahora está bombardeada con esos eléctricos cerrojos.
¡Zing! ¡Una resurrección!

Una vez fue un bote, bastante madera
y sin trabajo, sin agua salada debajo
y necesitando un poco de pintura. No había más
que un conjunto de tablas. Pero la elevaste, la encordaste.
Ella ha sido elegida.

Mis nervios están encendidos. Los oigo como
instrumentos musicales. Donde había silencio
los tambores, las cuerdas están tocando irremediablemente. Tú hiciste esto.
Puro genio trabajando. Querido, el compositor ha entrado
al fuego.

SÓLO UNA VEZ

Sólo una vez supe para qué servía la vida.
En Boston, de repente, lo entendí;
caminé junto al río Charles,
observé las luces mimetizándose,
todas de neón, luces estroboscópicas, abriendo
sus bocas como cantantes de ópera;
conté las estrellas, mis pequeñas defensoras,
mis cicatrices de margarita, y comprendí que paseaba mi amor
por la orilla verde noche y lloré
vaciando mi corazón hacia los coches del este y lloré
vaciando mi corazón hacia los coches del oeste y llevé
mi verdad sobre un pequeño puente encorvado
y apresuré mi verdad, su encanto, hacia casa
y atesoré estas constantes hasta el amanecer
sólo para descubrir que se habían ido.

Anne Sexton

De: «Poemas de amor» – 1969
Traducción de Ben Clark
Ed. Linteo Poesía 2009
ISBN: 978-84-96067-41-

 

Poema original en inglés:

«Just once»

Just once I knew what life was for.
In Boston, quite suddenly, I understood;
walked there along the Charles River,
watched the lights copying themselves,
all neoned and strobe-hearted, opening
their mouths as wide as opera singers;
counted the stars, my little campaigners,
my scar daisies, and knew that I walked my love
on the night green side of it and cried
my heart to the eastbound cars and cried
my heart to the westbound cars and took
my truth across a small humped bridge
and hurried my truth, the charm of it, home
and hoarded these constants into morning
only to find them gone.

BIBLIOGRAFÍA

Más sobre Anne Sexton.

Vive o muere, pero no envenenes todo.