Morir es un arte

El suicidio de Sylvia no fue el único que se produjo en su entorno. De una manera inquietante, hay personas que se relacionaron con ella, que sufrieron también largos periodos de depresión, pensamientos y tentativas suicidas. La depresión no es una elección, es un desequilibrio químico de los neurotransmisores, cuyo origen es multifactorial. Tiene un importante componente genético y ha de ser tratado  médicamente. 

 

Assia y Shura (1.969)

Assia no fue bien aceptada entre los amigos y el entorno de Ted, tras el suicidio. Se la vio como «la otra», la amante que había roto el matrimonio. La realidad es que este ya no iba bien cuando sus caminos se cruzaron, pero siempre se la ha culpabilizado de su ruptura.

Cuando entraban en algún lugar o reunión se producía un silencio incómodo. A nivel familiar aún era peor. La familia de Ted la consideraba una judía con 3 divorcios a sus espaldas. Se dice que el padre de Ted nunca le dirigía la palabra a Assia, y se sabe que les hacían dormir en camas separadas.

 

Tras la muerte, Ted se instaló en el apartamento  de Fitz Roy, y Assia se mudó con él. Ella leyó gran parte de los escritos de Sylvia, la novela que estaba escribiendo y que ha desaparecido, y también los diarios correspondientes a sus dos últimos años, de los que tampoco se sabe nada.  De hecho, en alguna ocasión se la ha culpabilizado de la desaparición de parte de la obra de Sylvia, cuando Ted en todo momento, reconoció haber destruido parte de esta por el bien de los niños. El ambiente era opresivo, el piso pequeño y ella, ya embarazada de Ted  cuando Sylvia muere, decide abortar.

 

Poco después, se mudarán a Court Green con los niños, y la familia de Ted, que sigue sin aceptarla ni darle espacio alguno. La relación va resintiéndose, nada es como Assia esperaba. La depresión se va instalando en su vida. 

"Sylvia va creciendo en Ted, enorme y espléndida. Yo me encojo cada día, mordisqueada por ambos," escribe en su diario.

En el hogar, Ted ejerce un papel de dominación. Entre sus papeles  se ha encontrado un texto, que él denominó «borrador de constitución», y que aparentemente regulaba las condiciones de la convivencia entre ambos. Entre los puntos que aparecen, algunos son, referidos a Assia:

– debe jugar con los niños, al menos una hora al día

– debe cocinar con variedad, al menos una nueva receta cada semana

– debe levantarse a las 8, no dormir siesta, y no andar en bata por la casa

– debe mejorar los modales con los amigos de Ted. Bajo ningún concepto hablará sobre Ted.

– enseñará alemán a los niños 3 horas a la semana.

A cambio, Ted:

– participará en las tareas de casa media hora cada día.

 

Juntos tendrán finalmente una hija, Shura, pese a que Ted no deseaba tener más hijos. De hecho, él nunca la reconoció y estaba convencido de que no era su hija, sino de David Wevill, con quien Assia siguió manteniendo una esporádica relación. Nunca le dio sus apellidos, ni mostró afecto por ella. La relación fue siempre distante y escasa, jamás se refirió a la niña, y apenas hay fotos de ellos. 

 

El fantasma de Sylvia ocupa cada vez mayor espacio.

"Ella tenía un millón de veces más talento, mil veces más voluntad y cien veces más avidez y pasión que yo."

Ted decide también que es mejor que Assia vuelva a Londres e intente retomar su carrera laboral. Ella es consciente de que tiene al menos 2 amantes, Carol, con quien se casará más adelante, y Brenda, una asistente social. Empieza a obsesionarse y a tener miedo a estar sola. Le pide a su hermana Celia que la acompañe. En 1.968 hace testamento.

 

 El 23 de marzo de 1.969, Assia escribe 2 cartas: una para Ted, de la que sólo se ha encontrado el sobre, y otra para su padre. Junto a la niña, que entonces tiene 4 años, y temiendo que fuera demasiado mayor como para ser adoptada, toma somníferos y alcohol, y abre la espita del gas de la cocina…

 

Tras su funeral, el padre de Assia tuvo una trombosis y murió. La madre de Ted también fallece en el hospital al cabo de 3 días.

"Prefiero a los médicos, a los abogados, a las parteras… a cualquier cosa antes que a los escritores, son la cosa más narcisista que existe".

Su historia merece mención aparte. Junto a Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, Alfonsina Storni y varias escritoras más, forma parte de lo que se ha dado por llamar «club de las poetas suicidas».

Nació en 1.928 y fue la menor de 3 hermanas. Maltratada primero por su padre, y luego por su marido, tuvo 2 hijas y sufrió de aguda depresión postparto después del nacimiento de cada una de ellas. En el caso de la segunda de sus hijas tuvo su primer intento de suicidio. 9 veces intentó suicidarse con pastillas y siempre acabó en el hospital, viva. En la última ocasión decidió ser más efectiva y lo consiguió en su coche, dejando el motor encendido tras haber tomado varias copas. Tenía 45 años.

 

Ella y Sylvia se conocieron en el curso de poesía que impartía Robert Lowell. En el caso de Anne, se lo había recomendado su terapeuta como alivio a la depresión que la persiguió durante toda su vida. Ambas conectaron y solían ir al Ritz después de las clases para charlar. Había grandes paralelismos en sus vidas y en su forma de percibir el mundo. Compartían infancias sin presencia paterna, depresión, matrimonios tóxicos y abusivos. Anne solía decir que la vida no son los sucesos que nos ocurren, sino los sentimientos que estos despiertan en nosotros.

Para ambas, aquel taller fue fundamental y cambió su forma de entender la poesía. En aquel momento, apenas se escribía sobre temas como la salud mental, la depresión o algunos íntimos como la menstruación o la virginidad. Ambas exploraron temas tabú como el adulterio o la infidelidad. Sexton incluso escribió sobre el alcoholismo y la drogadicción. Ella recibió el premio Pulitzer en 1.969, reconocimiento que  no consiguió arrancarla de esa depresión que convivió con ella. 

La muerte de Sylvia, ese suicidio que ella llevaba tanto tiempo acariciando, aquel del que hablaban en sus charlas, fue una especie de traición para Anne. Le dedicó el poema llamado «La muerte de Sylvia»:

Oh, Sylvia, Sylvia,
con una caja muerta de cucharas y piedras,
con dos hijos, dos estrellas fugaces
errantes en el pequeño cuarto de juegos,
con tu boca en la sábana,
en la viga del techo, en la necia oración,
(Sylvia, Sylvia,
¿dónde fuiste
tras escribirme
desde Devonshire
sobre el cultivo de patatas
y la apicultura?)
 
¡Ladrona!-
¿Cómo te arrastraste dentro,
bajaste arrastrándote sola
al interior de la muerte que yo deseé tanto y durante tanto tiempo,
la muerte que las dos dijimos que estaba superada,
la que llevábamos en nuestros pechos flacos,
de la que hablábamos tanto cada vez
que nos metíamos tres martinis de más en Boston,
la muerte que hablaba de psicoanalistas y remedios,
la muerte que hablaba como novias conspiradoras,
la muerte por la que bebíamos,
¿las razones y luego el acto tranquilo?

Nicholas Hughes (2.009)

Nicholas, así como su hermana Frieda, creció hasta la adolescencia sin saber que su madre se había suicidado. Ted les contó a los niños que había muerto tras un fuerte resfriado.

Su madre le dedicó uno de sus últimos poemas, «Nick y el candelabro»:

 

«Oh, amor, ¿cómo llegaste hasta aquí?
Oh, embrión
que recuerdas, hasta en sueños,
tu posición cruzada.
La sangre florece limpia
En ti, rubí.
El dolor al que despiertas no te pertenece.»

 

Científico de vocación, estudió Biología y se hizo un experto en Ecología Evolucionista, interesado en los salmónidos de río. Trabajó en Alaska como investigador, y había dejado su plaza como profesor para iniciar un proyecto relacionado con la alfarería y la cerámica. No se casó ni tuvo hijos. 

Su hermana Frieda lo describe como un apasionado de la pesca y un entusiasta de la naturaleza. Sin embargo, sufrió a lo largo de toda su vida, al igual que su madre, de largos episodios de depresión.

 

El 16 de marzo de 2.009 se ahorcó en su casa de Fairbanks, Alaska. Tenía 47 años. En la mesa de su despacho se encontró un ejemplar de «La campana de cristal». 

Intensas y suicidas