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ANNE SEXTON

Un Autorretrato en cartas.

Anne Sexton (1.928-1.974) estaba convencida de no haber sido deseada por sus padres. Se retrató a sí misma como: «la no deseada, el error que Madre usó para evitar que Padre se divorciara».

 

Nacida en una acomodada familia, fracasó en el intento de ser la mujer que la sociedad exigía que fuera. Escapó de un padre alcohólico y violento hacia un matrimonio infeliz con un marido maltratador, para ejercer ella de maltratadora de sus 2 hijas. 

Descubrió la poesía y su capacidad para cambiar su mundo a los 29 años, tras un primer intento de suicidio. Cuando en el décimo intento lo consiguió, era una de las poetas más famosas y profesionalmente lo había conseguido todo, incluido un Premio Pulitzer, más aún teniendo en cuenta que abandonó los estudios a los 19 años para casarse. Nada de ello sirvió para que pudiera escapar de su mente y de su impulso autodestructivo.

Un mapa del tesoro en cartas.

Además de escribir poesía, le encantaba escribir cartas, tarea a la que se dedicaba con pasión. Más de 50.000 misivas de las que guardaba una copia en papel carbón. Dirigidas a médicos, amantes, alumnos, colegas y maestros escritores, a su esposo, a su madre, a sus hijas, a sus editores. Contestaba personalmente a cada uno de los admiradores o detractores de su obra que se ponían en contacto con ella.

 

Constituyen un verdadero mapa del tesoro de su vida, en palabras de su hija. Está organizado con prólogo de la propia Linda y 6 capítulos cronológicos: «Joven», «El oficio de las palabras», «Todos sus seres queridos», «Algunas cartas extrañas», «Huye en tu asno», «Transformaciones» y «Arrancando las estrellas».

 

Publicadas inicialmente en 1.977, apenas 3 años después de su muerte, cada uno de los capítulos está precedido de una exhaustiva biografía de la época en la que fueron escritas las cartas. Un proceso que fue desgarrador y lacerante para Linda, tal y como explica en el prólogo, que le llevaron a sentir «una soledad y un dolor que escapan a cualquier explicación.» 

“Leí sobre su euforia y su desesperación, sobre sus arrebatos de odio y de amor, su creciente conciencia de sí misma. Leí sobre su poesía, que lentamente alzó la voz para elevarla por encima de sí misma. Lloré. A través de sus palabras se resucitó a sí misma."

Misivas sarcásticas, irónicas, brillantes, muchas veces sin filtro, que nos adentran en épocas de su vida, de subida y de bajada, de dolor y duda, de rabia.

 

A quien fuera durante años su terapeuta Martin T. Orne le escribía en una de estas cartas:

 

"Estoy en una cárcel. No va a ayudarme nadie está oscuro estúpida no puedo escribir en la oscuridad no puedo no puedo no puedo no puedo no puedo tomar pastillas, no puedo correr, no puedo irme, no puedo moverme, no puedo asustarme, no puedo moverme gritar morir correr escribir cállate."

Anne Sexton sentada en su escritorio mecanografiando textos
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Estas cartas, dirigidas a muchos de sus amigos y colegas: Sylvia Plath, Ted Hughes, Elizabeth Bishop, Robert Lowell, Maxine Kumin, Kurt Vonnegut, Louis Simpson, Dennis Farrell, Anne Wilder, muestran los temas que la obsesionaron a lo largo de su vida.

 

Le escribe a John Holmes (con quien realizó el taller de poesía que abrió su mente hacia las palabras y la creación literaria):

 

“Y no te dije que la poesía me ha salvado la vida; que me ha dado una vida y que si no me hubiera topado con tu clase, si no te hubiera encontrado a ti y a tu clase, estaría, sin duda, perdida”.

John Holmes, maestro y mentor de Anne, se había mostrado poco conforme ante la forma explícita y personal en la que ella comenzaba a escribir. Acompañada siempre de una baja autoestima, y herida desde su infancia por el rechazo de su padre, intenta hacerle ver su punto de vista. 

 

 

"A grandes rasgos, John, te avergüenzas de mí cuando podrías estar orgulloso de mí. Finjo que no me doy cuenta… Pero entonces me recuerdas a mi padre (y SÉ que no es tu culpa). Pero aquí hay algo más… ¿a quién te recuerdo yo? Te recuerde a quien te recuerde… no es mi culpa. ¡Yo no soy esas personas! (A lo mejor me equivoco, pero espero que te pares a pensar en esto durante un minuto y lo recuerdes)."

A la que fuera su psiquiatra durante algún tiempo, Anne Wilder, también le escribió muchas cartas, su nivel de intimidad y confidencia le hicieron escribir numerosas y largas cartas en las que hablaba de sus momentos más oscuros:

 

"Anne, me siento tan sola. Pienso, entre tú y yo, que estoy medio tan bien y medio tan enferma… y no quiero que la parte enferma gane… perder todo el control… pero… pero… sola…"

En una carta dirigida a ella en 1.964 le habla así de la muerte:

»Cuando la muerte te agarra y te trata como un trapo, es un hombre. Pero cuando te suicidas es una mujer. 1. en realidad yo no creo que los muertos estén muertos 2. que definitivamente no pienso que vaya a morir a pesar de que esté muerta 3. que los suicidas van a un lugar especial... se duermen, por ejemplo. 4. ¡¡¡que el suicidio es una forma de masturbación!!!».

Bibliografía

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